30/1/10

Bolsa de pipas - M, el vampiro de Düsseldorf


En una ciudad alemana, se encuentra desde hace tiempo un asesino de niñas rodando por las calles. A pesar del intenso despliegue policial, no se consigue dar con el responsable. Con el tiempo, las redadas se vuelven tan continuadas que los criminales comunes están hartos, decidiendo buscar al asesino por su propia cuenta.

Realizada hace casi 80 años, M, el vampiro de Düsseldorf es una de las obras referentes del cine negro posterior al expresionismo alemán, dirigida y coescrita por Fritz Lang (Metrópolis), no sólo narra la búsqueda desesperada de un asesino anónimo, sino la hipocresía y la ambiguedad a la hora de condenar a una persona. Narrativamente cuenta con un principio que nos mete de lleno en la situación de la película, con niños jugando en la calle mientras cantan la canción del coco, que resume perfectamente la atmósfera del film. A partir de ahí la historia se desarrolla pausadamente, aunque se mantiene por el interés que produce, con la desesperación del cuerpo de policía y de los delincuentes y de la gente de a pie, mientras se nos muestra también al asesino campando a sus anchas. A pesar de ello, llega un momento en que la trama se acaba haciendo repetitiva, dispersándose entre demasiadas situaciones, y cuando parece que va a terminar, no lo hace, haciendo que tengamos ganas de que atrapen al asesino de una vez para que la película termine ya. Tras ello, la película también cuenta con un final arrollador, con un monólogo final del asesino que llega a poner los pelos de punta.


Cabe destacar la interpretación de Peter Lorre como Hans Beckert, el asesino de la historia, aunque al principio su interpretación puede verse algo afectada por su ligera sobreactuación, esta se va relajando según avanza la película hasta que al final nos da un monólogo final perfecto. Destacable también la interpretación de Gustaf Gründgens como el jefe criminal, con una presencia carismática y una actuación muy acorde con su personaje serio y respetable.

En cuanto a su banda sonora, ésta es casi inexistente, ya que lo máximo que llegaremos a oir será la melodía que silba el asesino cada vez que se encuentra en pantalla o acecha sobre la escena.

Su aspecto visual es quizás lo más destacable de la película, aunque la mayor parte de la película transcurre de día, las escenas nocturnas aprovechas muy bien el uso de las sombras y los escenarios sencillos y su fuerza en muchas escenas clave (como la persecución final), aparte de su fuerza visual, dada por algunos planos que se han hecho muy reconocibles para aquel quien le suene la película.

En definitiva, un buen clásico del cine alemán que vale la pena ver, aunque desgraciadamente su excesiva lentitud en gran parte del metraje la hagan menos disfrutable. Por cierto, no salen vampiros.


Nota: 7'5

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