Hay que admitirlo, cuando nos plantan una peli española en las narices, ya sabemos que va a ser mala. Nadie se molesta en ver la gala de los Goya porque son un coñazo, todos odiamos a Penélope Cruz, no por envidia, sino porque no se merece lo que le está pasando (Bardem ya sí, ese tío debería ser el nuevo Conan). Pero cada X tiempo uno se cruza con un tío que es capaz de mostrar algo diferente, y si hay suerte, de calidad; y uno de esos tíos es Nacho Vigalondo. El cabrón ya apuntaba maneras con sus cortos: Código 7, Domingo, 7:35 de la mañana, Choque,... y consiguió la pasta suficiente para realizar su primera peli, una de paradojas temporales en las que, si la cagas un poco en la estructura del guión, la cagas de verdad. Pero Nacho no la ha cagado, lo ha petado y muy bien.
Héctor es el protagonista de esta historia, es un hombre felizmente casado que se ha mudado a su casa de campo con su señora y un día, mientras curiosea el bosque con sus prismáticos, ve a una chica que le parece estar en peligro. Al entrometerse en un asunto como ese (el cine de terror nos ha enseñado que no hay que ayudar a nadie que esté en peligro de muerte, porque sino el que muere eres tú) sale herido y, mientras huye por el bosque, descubre un laboratorio en el que un joven científico le ayuda a salvarse probando una máquina del tiempo. Héctor retrocede una hora antes de lo sucedido, y ahora tiene que seguir el curso original de la historia si no quiere que su doble ocupe su lugar.
Como ya he dicho antes, el punto fuerte de esta película es su guión, que maneja muy bien los momentos de tensión y muchos momentos en los que el espectador ha de estar atento para luego no tener que preguntarse "¿Qué coño pasa?". Otro punto fuerte es el buen pulso de Nacho a la hora de dirigir, sabe manejar a sus actores y aprovecha recursos de cámara sin caer en el efectismo fácil.
En resumidas cuentas, una estupenda película española (diría que la mejor del 2008, aunque se haya estrenado con un año de retraso).
Nota: 8
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